Al final, el misterioso comprador que se hizo con los dos bronces expoliados en China de la colección de Yves Saint Laurent (YSL), subastada la semana pasada por Christie´s, tenía los ojos rasgados. Cai Mingchao, un coleccionista de arte chino, ha reventado la astronómica puja, que alcanzó una facturación récord de 373 millones de euros, al anunciar ayer que fue él quien adquirió vía telefónica ambas piezas de bronce y que no podía pagarlas.
«Sólo he cumplido con mi obligación. Cualquier chino habría hecho lo mismo si hubiera podido, pero lo que quiero dejar claro es que ese dinero no puede ser abonado», explicó el propio Cai Mingchao en una rueda de Prensa organizada en Pekín por el Fondo para la Recuperación de los Restos Culturales Perdidos en el Extranjero. Esta fundación privada, de la que Cai es consejero, ha respondido así a la polémica suscitada por la reciente subasta de la colección de arte del malogrado diseñador francés Yves Saint Laurent y su socio, Pierre Bergé.
El motivo es que el lote de la puja incluía dos piezas de bronce, una cabeza de ratón y otra de conejo, que formaban parte de una fuente del Palacio de Verano de Pekín, arrasado por las tropas anglofrancesas en el año 1860 al final de la II Guerra del Opio. La inclusión de dichos bronces robados ha airado a toda China, hasta el punto de que una asociación no gubernamental pidió judicialmente su retirada de la puja.
A cambio de derechos humanos
Sin embargo, el juez rechazó esta demanda y autorizó la puja. Luego, Pierre Bergé, propietario de la colección, enervó al régimen chino al proponer la entrega de las dos piezas de bronce a cambio de más derechos humanos.
Ante estas provocaciones, la respuesta por parte de los chinos ha sido tan maquiavélica como efectiva. Cai Mingchao, experto en arte y dueño de Xinheart, una casa de subastas de la ciudad china de Xiamen, participó por teléfono en la puja y se llevó el lote al ofrecer 31,4 millones de euros.
En principio, la solvencia económica de Cai parecía asegurada porque en 2006 ya compró por 12 millones de euros una estatua de Buda de oro en una subasta en Hong Kong. Pero, finalmente, el coleccionista ha resultado ser un agente encubierto de los intereses chinos contra la casa Christie´s, cuyos controles para verificar los fondos de sus clientes han quedado totalmente en entredicho. No en vano, para registrarse en una subasta millonaria como ésta los participantes deben remitir toda la información económica de sus bancos y las garantías de que podrán hacer frente al pago de su adquisición. «Ningún lote será entregado hasta que la cantidad debida a Christie´s sea abonada», se ha limitado a decir Kate Malin, la portavoz de la casa de subastas en Hong Kong, a la espera de que su compañía aclare el embrollo con una declaración oficial.
En nombre del pueblo chino, La pregunta es si Cai Mingchao ha actuado por iniciativa propia y, como dice, «en nombre del pueblo chino», o si es la cabeza visible de un complot urdido por el Gobierno. Aunque la Administración del Patrimonio lo niega, así lo parece a tenor de su papel como asesor en organizaciones culturales privadas, pero fuertemente controladas por el régimen, y del enrarecimiento de las relaciones diplomáticas entre China y Francia por el conflicto tibetano y las protestas que sufrió el año pasado la llama olímpica a su paso por París.
«Sólo he cumplido con mi obligación. Cualquier chino habría hecho lo mismo si hubiera podido, pero lo que quiero dejar claro es que ese dinero no puede ser abonado», explicó el propio Cai Mingchao en una rueda de Prensa organizada en Pekín por el Fondo para la Recuperación de los Restos Culturales Perdidos en el Extranjero. Esta fundación privada, de la que Cai es consejero, ha respondido así a la polémica suscitada por la reciente subasta de la colección de arte del malogrado diseñador francés Yves Saint Laurent y su socio, Pierre Bergé.
El motivo es que el lote de la puja incluía dos piezas de bronce, una cabeza de ratón y otra de conejo, que formaban parte de una fuente del Palacio de Verano de Pekín, arrasado por las tropas anglofrancesas en el año 1860 al final de la II Guerra del Opio. La inclusión de dichos bronces robados ha airado a toda China, hasta el punto de que una asociación no gubernamental pidió judicialmente su retirada de la puja.
A cambio de derechos humanos
Sin embargo, el juez rechazó esta demanda y autorizó la puja. Luego, Pierre Bergé, propietario de la colección, enervó al régimen chino al proponer la entrega de las dos piezas de bronce a cambio de más derechos humanos.
Ante estas provocaciones, la respuesta por parte de los chinos ha sido tan maquiavélica como efectiva. Cai Mingchao, experto en arte y dueño de Xinheart, una casa de subastas de la ciudad china de Xiamen, participó por teléfono en la puja y se llevó el lote al ofrecer 31,4 millones de euros.
En principio, la solvencia económica de Cai parecía asegurada porque en 2006 ya compró por 12 millones de euros una estatua de Buda de oro en una subasta en Hong Kong. Pero, finalmente, el coleccionista ha resultado ser un agente encubierto de los intereses chinos contra la casa Christie´s, cuyos controles para verificar los fondos de sus clientes han quedado totalmente en entredicho. No en vano, para registrarse en una subasta millonaria como ésta los participantes deben remitir toda la información económica de sus bancos y las garantías de que podrán hacer frente al pago de su adquisición. «Ningún lote será entregado hasta que la cantidad debida a Christie´s sea abonada», se ha limitado a decir Kate Malin, la portavoz de la casa de subastas en Hong Kong, a la espera de que su compañía aclare el embrollo con una declaración oficial.
En nombre del pueblo chino, La pregunta es si Cai Mingchao ha actuado por iniciativa propia y, como dice, «en nombre del pueblo chino», o si es la cabeza visible de un complot urdido por el Gobierno. Aunque la Administración del Patrimonio lo niega, así lo parece a tenor de su papel como asesor en organizaciones culturales privadas, pero fuertemente controladas por el régimen, y del enrarecimiento de las relaciones diplomáticas entre China y Francia por el conflicto tibetano y las protestas que sufrió el año pasado la llama olímpica a su paso por París.
Fuente: abc.es
Ver Tambien: Postores telefónicos se llevan bronces chinos de YSL
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